Los algoritmos de los motores de búsqueda de estas páginas se encuentran bajo la mirada inquisidora de periodistas y expertos que han descubierto con desagrado cómo estas plataformas son capaces de manipular sus contenidos para obtener sus propósitos y lograr que el internauta vea sólo aquéllo que ellos desean mostrar.

Amazon protagonizó uno de los ejemplos más evidentes cuando la plataforma de Jeff Bezos, tras un contratiempo con la editorial Hachette, modificó las facilidades y privilegios de los títulos que pertenecen a ella, incrementando sus precios, eliminando la opción de preordenar los nuevos volúmenes y extendiendo sus tiempos de entrega en comparación con otros cientos de títulos que se encuentran disponibles en el amplio catálogo del retailer americano.

Facebook, uno de los principales responsables de las más comunes y frecuentes violaciones a la privacidad, está también en el ojo del huracán con la facilidad que tiene para difundir contenidos vacíos y de escasa relevancia. Mike Hudack, el director de producto de la red social, despertó mordaces comentarios de periodistas calificados al acusar a la prensa de publicar contenidos superfluos, recibiendo réplicas de todo tipo.

Los algoritmos de búsqueda de Facebook tienden a premiar a los contenidos que son compartidos la mayor cantidad de veces y que además gozan de muchos likes y comentarios. Estos contenidos suelen ser, además, los más ligeros e irrelevantes, así que las tendencias noticiosas, dicen los expertos, se inclinan hacia este tipo de tópicos esperando obtener una mayor repercusión en el público. En otras palabras de acuerdo a la postura de estos comunicadores, Facebook propicia la frivolidad.